Por tanto, carísimos, vosotros que profesáis ser cristianos y os gloriáis de ese nombre, no desdeñéis seguir el ejemplo de vuestro maestro Cristo, de quien decís ser discípulos; mostrad que sois como aquellos cuyos compañeros de escuela os arrogáis ser, es decir, los apóstoles y discípulos de Cristo. Levantad manos puras con corazones limpios en todo lugar y en todo tiempo16. Haced lo mismo en los templos y en las iglesias también en los días de reposo.