El Antiguo Testamento no es contrario al Nuevo, porque tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se ofrece a la Humanidad la vida eterna por Cristo, que es el único Mediador entre Dios y el Hombre, siendo a la vez Dios y Hombre. Por tanto, no hay que oír a los que pretenden que los antiguos Padres sólo esperaban promesas transitorias. Aunque la Ley dada por Dios a través de Moisés, en lo que se refiere a Ceremonias y Ritos, no obliga a los hombres cristianos, ni los preceptos civiles de la misma deben ser recibidos necesariamente en ninguna comunidad; sin embargo, ningún hombre cristiano está libre de la obediencia de los Mandamientos que se llaman Morales.